24.4.11

Hoy: 'Animales; de Juanra Bonet' por Enrique Cuervas Barba


Todo empieza desde el principio, bueno, no, en realidad Juanra Bonet se marca un previo de calentamiento para el público. Está bien, porque parafraseando a alguien, “si nosotros aprendemos a hacer de actores, es mucho suponer que quienes vienen a vernos hayan aprendido a hacer de público”. Y claro, luego vienen las lesiones por aplaudir, o el reírse a destiempo, problemas de respiración y diafragma… bueno, pues todo esto intenta evitar el actor/protagonista de Animales.
Luego ya sí, luego viene el comienzo… aunque, en realidad, tampoco es el principio de todo, pero tras varios intentos llegamos al génesis, efectivamente, al de ese libro de humor, aventuras y ficción tan desconocido que es la biblia (no hago la cita completa, porque no sé de quién es su versión, ni de qué año, o qué autores recoge exactamente). Bueno, pues eso, que le damos vueltas un rato a la religión católica, a la iglesia y a dios… ¡cómo no va a poder explicarse la creación con ese fantástico libro! Vamos, está clarísimo, y cuando lo resume Juanra Bonet muchísimo más. Aclara al final “pensaba hacer lo mismo con el corán, pero soy un cobarde”. Y a otra cosa.
En el recorrido que hace en comparación del primate bípedo por excelencia, no dejará títere con cabeza, no queda vivo ni el apuntador, bueno, ni el técnico de luces, por “listillo”. El espectáculo de humor crítico, diseñado a partir del trabajo de Ricky Gervais, es un show para un solo actor, que está a medio camino entre el clásico monólogo y el humor teatral. Supongo que el actor introduce sus propios momentos improvisados en cada sesión, de manera que no se trata de un espectáculo muerto y enlatado.
En todo caso, es un gran trabajo escénico, de continuos gags cómicos en los que siempre subyace una realidad algo menos cómica, y entre los que incluirá el humor más negro que, tal vez, otros no se atreverían a tocar por ese falso pudor que a veces lleva a decir las cosas como no son, o incluso a la autocensura, como el propio Bonet denuncia en escena

Sinopsis

Juanra Bonet nos presenta el divertido y sarcástico monólogo Animales escrito por el cómico inglés Ricky Gervais, polémico creador de la serie de TV de la BBC The Office.
Como el título sugiere, Gervais usa aspectos del reino animal a lo largo de la representación. Porque somos animales, tan animales que ni siquiera somos capaces de ser “políticamente incorrectos”. Juanra se mete de lleno y sin botas en este embarrado jardín con valentía, sin vacilar… ¿sabrá salir intacto?
Animales, es un espectáculo de humor negro vestido de blanco donde se explora los límites de lo políticamente correcto. A veces no llegamos y a veces nos pasamos”.
El reto del espectáculo es demostrar que los humanos somos más animales de lo que pretendemos. Juanra Bonet lo consigue en esta sorprendente adaptación de los textos de este aclamado autor británico.
La obra, interpretada por el propio Gervais, estuvo de gira en el 2003 por el Reino Unido cosechando un gran éxito de público.
Animales está producida por Iria Produccíones SL. Es una adaptación de los monólogos Animals y Politicsambos escritos e interpretados por Ricky Gervais.




6.4.11

Hoy: 'Cultura gastronómica casera; cultura gastronómica de alta cocina' por Enrique Cuervas Barba

Estaba ya cansado de hacer fichitas, aunque volveré a ello en cuanto encuentre algún producto que merezca realmente la pena comentar; hasta entonces, voy a dedicarme a hacer algún que otro artículo de opinión cultural que merezca algo la pena.
Hoy, como podéis ver en el título; hablaré de cocina, la cocina nunca ha sido santo de mi devoción hasta hace un par de años. Descubrí que, al fin y al cabo, forma parte de nuestra cultura mediterránea actual y que el hecho de crear y hacer 'algo' elaborado en base a otro 'algo' que no lo está es lo más parecido al arte.
Todos nos hemos quedado con hambre en algún restaurante; y quien diga que no miente 'like a bellac'; eso seguro. El miedo a quedarnos con hambre se ha instaurado en nuestras vidas como un vecino normal y corriente.
Existen dos tipos de cocina o de cultura culinaria en la actualidad; bueno, podríamos distinguir un par o tres más de tipos que son más secundarios que primarios por su falta de polarización. Tendríamos a la cocina 'de casa' y la 'alta' cocina en los extremos; y en la mitad, ejerciendo de árbitro, nos encontraríamos con la cocina de 'bar', la cocina de restaurante tipo y la cocina de creación, a punto de cruzar la línea hacia la alta.
Empecemos distinguiendo un plato fácil en cada uno de esas ambientes: un plato de pollo con patatas mismo. En casa sería el clásico pollo rebozado con patatas fritas; éxtasis de sal y si el día es generoso huevo sin clara y pan. En la de bar se nos presenta el plato en un combinado número 17, pequeña representación de esa cultura española de bar que va de la mano de la tortilla y la 'paela', como dirían en Manchester. Si hablamos de la cultura de cocina de restaurante nos encontramos con una carta forrada con terciopelo donde en dos idiomas reza: Pollo con guarnición/Pollastre amb guarnició. Al que por cierto luego siempre le incorporan un pimiento verde, el incomprendido que nadie ha pedido para comer (incluso a veces las patatas, sin saberlo, son al caliu o 'a lo pobre' con abundancia de orégano u otras especias). En la cultura de cocina creativa el plato sería algo así como 'Pincho de pollo con helado de pistacho y guarnición de patata de la India'; presentado en un plato ya pequeñito (que se suele incluir en los menús degustación y en formato 'tapa'), antecedente de la 'alta' cocina. En esta ya el cachondeo para el comensal es máximo: Gallus gallus flambeado con edulcorantes básicos de argento, coloreado con salsa de tubérculo rojo de Pakistán y lengua de pato. ¿Enserio, es una broma? El plato suele ser minúsculo, el precio; desorbitado y la decoración; minimalista. Al fin y al cabo no deja de ser un 'pincho' de 3x4 (centímetros) decorado con una rallita de especias líquidas en formato dibujo (ahora muy de moda).
Es cierto que mucha gente defiende este tipo de cocina como el arte culinario del mediterráneo; creación de obras artísticas para el paladar; pero, no te dejes engañar. Me da extremadamente rabia aquellas personas que son elitistas hasta ese punto: gastarse 300 euros en dos platos para luego tener que ir a comerte un 'frankfurt', realmente lamentable, a mi parecer. Como la comida de casa, en ningún sitio; y como la de la abuela, tampoco. Debería ser considerado cultura nacional. ¿Bien inmaterial de la humanidad? Que nos quiten 'lo bailao'. ¿Quién no se ha forjado entre fogones espumosos de caldo? ¿Quién no recuerda comer la mejor tortilla de patatas o las mejores croquetas los días que vienen invitados? ¿Y los domingos de paellas? 
Hay gente que se cierra en banda y reniega de sus orígenes; todos, y digo todos, hemos pasado por esa etapa de nuestras vidas. Yo, al menos, las recuerdo con cariño; era cuando comíamos de verdad.
Quiero hacer también un grito a favor de los restaurantes tipo; sobretodo de los situados en la franja Oeste de Castilla y León. Eso también es comer bien, cultura española y mediterránea que nos intruye al paladar. 'Las Ventas', restaurante 'leonés-gallego-berciano' de Borrenes; estrella Michelín YA. 
Y, a parte, ¿quién no recuerda esas noches de fritanga con los amigos porque no hay dinero? Platos combinados y bocadillos grasientos.
La cultura española culinaria es así; la de casa, una gozada para nuestras bocas, la de bar, sabor a amistad y juventud, sabor típico (ese típico que sabe a cultura y costumbres del país) y la de restaurante la cultura del babero, del chuletón de buey de 500 gramos de segundo y la de sorbete de limón de postre (si que es cierto que aquí hay restaurantes 'pijillos' que están bastante bien y que la relación calidad-precio se ajusta, aunque siempre con excepciones).
Ahora sí, como comentaba antes, lo que siempre he visto una barbaridad ha sido el hecho de que la alta cocina esté tan valorada como arte. La cocina de creación aún está bien, sin cruzar la línea de peligro; ya que explora nuevos horizontes para probar platos diferentes (pese a eso son muy caras en menús de degustación). Pero, la 'alta' cocina; ¿porqué alta? ¿es a caso mejor que las otras? Está elaborada, sí, pero; ¿forma parte de nuestra cultura un mini bocadito que vale cerca de 200 euros? ¿se paga por la calidad, por la cantidad o por la 'marca'? Está claro que es la exclusividad la que prima en el centro de estas cuestiones. 
-¡Eh! Me he comprado un polo Ralph Lauren-
-Yo uno del Zara-
 ¿Sería lo mismo...?
-¡Eh! Fui a comer a un restaurante exclusivo de Barcelona, 120 euros de menú, aunque no me llené del todo-
-¿Pero era algo especial?
-No, no; simplemente trufa con salmón y todo ese rollo, caviar...-
-Pues yo comí en casa; ensaladita y ternera con patatas; para caviar estaban dando un documental de ballenas por la tele-
Y como eso, todo. ¿Qué es cultura? ¿Se sabe? ¿Qué es más cultura que otra cosa? ¿Es mejor un plato de fritanga que uno de helado de pistacho con ruso? ¿Qué diferencias hay entre la calidad de ambos productos o el precio y la compañía? Todo es relativo.
Defiendo que la cultura, al menos culinaria, debería basarse en unos principios empíricos vitales. Comida de la abuela -cultura culinaria vital- Bar -cultura española típica y vital- Restaurante -celebrar nuestro cumpleaños con gente querida, vital y buena relación calidad-precio (también depende)- Cocina de creación -¿necesaria? Quizá...- 'Alta' cocina -en primer lugar, le eliminaría el concepto 'alta' y en segundo, eso no es cultura, no es arte, es un puñado de 'Adriàs' y 'Ruscalledas' que quieren comerse el mundo en base a los bocados de otros.
Y ahora voy a hacerme unos huevos fritos de codorniz buenísimos que he comprado en el Mercadona.



Pasta con tomate y dos trocitos de pollo (vámonos luego a la esquina que hacen unos 'kebabs buenísimos)

2.4.11

Hoy: 'La cultura más grande de todos los tiempos, manifiesto a favor del fútbol' por Enrique Cuervas Barba

Cuantas veces se habrá planteado entre los muros de esta casa la pregunta, la queja: ¿Pero, otra vez fútbol? Pues sí, otra vez fútbol. 
No me gustó este deporte hasta que cumplí doce años más o menos, me hice del Barcelona; creo que en la última temporada de Kluivert, cuando pateaba el balón como en los golpes de castigo del Seis Naciones. Recuerdo también empezar a ver jugadores como Cocu, incluso Reiziger, Giovanni, Gabri, Rüstu... No sé si militaron todos juntos alguna vez, porque tengo vagos recuerdos; lo único que sé es que me empezó a gustar este deporte; el deporte en general.
¿Sabéis una de esas modas que no sigues pero que al final acabas por sucumbir? Fue algo así; a toda mi familia le gustaba el fútbol, mi hermano imitaba a Ronaldo con una pelota pequeña de 'Star Wars' en el patio de casa y mis amigos jugaban al fútbol en el colegio; claro que yo siempre o de portero o a los tazos. 
Me hice del Barça quizá porque mi padre lo era, como mi hermano. Y eso que era un equipo que no estaba acostumbrado a ganar por aquellos tiempos. El Real Madrid lo ganaba todo, fácil hubiese sido hacerse de los blancos en la época de Zidane, Becks, Roberto Carlos, Helguera, Raúl, Guti, Morientes, Hierro, Redondo...
Me acostumbré a las derrotas y me hice del equipo pequeño de los grandes. Aprendí lo doloroso que es perder en el Mundial de Korea, con el árbitro como protagonista. Allí es cuando también empecé a sentir un poco de ese orgullo patrio que caracteriza a los seguidores de la selección española de fútbol. Recuerdo que ese día estaba en el camping de veraneo y que la paella después de la derrota no me sintió nada bien, me repitió; sabía a pólvora, a derrota, a tierra embarrada.
Fui creciendo y encima mi equipo empezaba a ganar, me empezaron a interesar los diarios deportivos y el tema del periodismo, sobretodo el deportivo. Empecé a ponerme en el 'cole' de defensa y empecé a obsesionarme con jugadores como Puyol, Maldini, Materazzi o Costacurta. Me compré mi primera camiseta de fútbol, la de la selección italiana con Materazzi a la espalda y me empezó a apasionar todo lo relacionado con el llamado 'deporte rey'.
Conocí a gente que me contaba historias curiosas del mundo del deporte, visité y visito campos que te aportan experiencias nuevas que te afectan como persona y como profesional de la comunicación y empecé a saber aplacar mi forofismo por el Barça y por la selección.
A todo esto; ¿Aún existe algún tipo de duda de si el fútbol es, o no, cultura? Hay gente que defiende la teoría de los individuos corriendo detrás de un esférico, otra defiende la teoría de 22 hombres vestidos con pantalón corto y otros la teoría de que es el opio del pueblo.
Hace unos siglos, triunfaba el teatro de corral, los corrales de comedias; las compañías teatrales recorrían media España para representar obras de Lorca. ¿Qué tiene esto distinto del fútbol? ¿Es una cultura de masas más culta que este deporte? Existen unos actores/jugadores, unas compañías/equipos, un autor/entrenador y un público, que es lo único que no cambia. ¿Porqué se asocia el fútbol a la negación de la cultura, a la negación de valores? ¿Tiene más 'glamour' o tiene más sentido elitista una obra en el Teatro Nacional que un Barça-ManU? ¿Tiene más sentido artístico un soneto recitado que una pared bien perfecta en la medular del terreno de juego? ¿Acaso no son dos formas de representar poesía? 
A mi, que me perdonen, pero tampoco voy a pasar por alto los comentarios del típico listillo que dice: 'Los jugadores cobran muchísimo dinero, deberían donarlo, deberían ser más humildes, el fútbol es capitalista'. Vayamos por partes, el fútbol da lo que genera, TODO da lo que genera; si yo veo un partido de pago, si yo compro una camiseta o si yo compro unas botas de 'x' marca estoy ayudando a Leo Messi a que se compre un pin; eso es así. Dejemos entonces de comprar todos estos artículos deportivos, o de moda; ¿porqué? Acaso no vivimos en un mundo capitalista; ¿donarías tú todo tu dinero a una asociación benéfica por el hecho de tener mucho? Eres un futbolista, eres un trabajador con suerte, cierto, pero no dejas de ser un trabajador. Nadie mira las categorías por debajo de Primera División; jugadores del Rayo Vallecano que hace un año que no cobran; jugadores del Terrassa FC que se encierran las navidades de la temporada pasada también por falta de pagos. También es un mundo duro, no todo es color de rosa.
Ahora es cuando viene el anti-fútbol y te sigue diciendo que el balonpié es un deporte de 'paletos', que España es un país de pandereta. El fútbol forma parte de una historia centenaria; una historia que engloba muchas más subhistorias encauzadas en la tez de la dermis futbolística. El fútbol mueve masas, mueve capital, mueve compañías, equipos, títulos, alegrías, decepciones; al fin y al cabo; vida. ¿No es eso cultura? ¿No dice la RAE que cultura es un modo de vida o costumbres de desarrollo artístico?
También dice, gente, que se dedica demasiado tiempo al fútbol en los informativos, que deberían de hablar más de otras cosas; son la misma gente que se quejó el día que cambiaron CNN por GH 24 Horas y no habían visto CNN más que para hacer zapping con el mando. Utilizan argumentos débiles contra el fuerte oleaje del fútbol.
Sin fútbol, surgiría un sucedáneo. Sin fútbol, la categoría de opio del pueblo pasaría a estar ocupada por otro bien de interés cultural; baloncesto. ¿Y sin deporte? Entonces le echaríamos la culpa de nuestros males al Teatro, al séptimo arte o la lucha libre grecoromana.
Es cierto que el fútbol también incorpora cosas malas: insultos en los campos, racismo, juego sucio, violencia... ¿A caso la vida no incorpora dichos problemas? El fútbol te enseña compañerismo, el fútbol te enseña a seguir adelante sin miedo al mañana.
Cultura o no, el fútbol es un modo de vida. Opio o no, el fútbol mueve pasiones y sentimientos. Amor por la camiseta de tu club, dolor si eliminan a tu equipo, placer al ganar un clásico, impotencia si el rival te gana en posesión, cariño si tu padre te lleva al campo, solidaridad cuando ves que tus ídolos te abrazan o se hacen una foto contigo, poesía si dos paredes seguidas salen bien, amistad si ves un pase de gol, gozo al ver un pasillo o una vuelta olímpica, pánico si te hacen un poste, arte si ves un par de regates bien elucubrados, injusticia si el árbitro te roba el partido...
Por eso, por eso y por millones de cosas más, el fútbol es la cultura más grande de todos los tiempos. 
Y, huyendo de temas políticos e ideológicos, instruye a tu hijo para que vea, para que juegue o para que sienta el fútbol. Lo agradecerás.